Una de las esculturas más sugerentes de nuestro catálogo de reproducciones de arte es este busto de la Vestal Velada, en el que destaca el delicado trabajo del velo que cubre su rostro. Esta bella pieza puede aportar un toque de misterio y de serenidad a nuestros lugares favoritos del hogar: un mueble especial en el salón, el rincón de lectura de la biblioteca, sobre una columna en el jardín, o inspirándote en el despacho, mientras estás trabajando o estudiando.
Busto de la Vestal Velada
Esta fiel reproducción del busto de la Vestal Velada de Raffaele Monti, ha sido fabricada a mano en nuestros talleres en mármol moldeado (polvo de mármol aglutinado con resinas). Su exquisito acabado y la aplicación de pátinas de envejecimiento a base de tierras naturales le otorgan la apariencia de una estatua de mármol embellecida por el paso del tiempo, siendo idónea para la decoración de espacios exteriores como jardines, patios y terrazas, ya que puede exponerse a las inclemencias del tiempo.
Las medidas de esta reproducción son de 53 cm. de alto y 27 cm. de ancho (medidas totales del busto más la base), lo que las hace ideales para colocar encima de un pedestal.
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En esta reproducción recreamos una obra original del artista italiano del siglo XIX Raffaele Monti, quien cobró fama en su tiempo por su habilidad a la hora de representar figuras veladas, a las que dotaba de una especial sutileza y delicadeza.
La escultura original es una estatua de cuerpo entero de una vestal arrodillada sosteniendo un cuenco con la llama de Vesta entre las manos. Su autor, Raffaele Monti, la esculpió por encargo del duque de Devonshire entre 1846 y 1847, y hoy en día puede admirarse en una de las propiedades de la familia Devonshire, la mansión Chatsworth House, Derbyshire, Inglaterra.
De esta estatua se realizó un busto expuesto actualmente en el castillo de Racconigi (Piamonte, Italia). En ella sobresale el tocado de la sacerdotisa, una corona de flores sobre el velo que cubre el rostro. Destaca la minuciosidad del trabajo del mármol y en especial de los pliegues que dejan entrever el rostro dando la impresión de una fina tela transparente.
Raffaele Monti
El autor de esta obra, Raffaele Monti, nació en 1818 en Milán, por aquel tiempo perteneciente al imperio austríaco, y murió en Londres en 1881. Desde muy joven destacó por su habilidad en la escultura, estudió en la Real Academia Imperial de Bellas Artes de Milán, que le llegó a otorgar una medalla. Esta distinción le abrió puertas a trabajar con instituciones de otros países: fue invitado primero a Viena y luego a Budapest en donde trabajó en el Museo Nacional de Hungría. Volvió a Milán en 1842, y cuatro años más tarde recibió un encargo del duque de Devonshire, para esculpir la Vestal. Entre 1846 y 1847 estuvo en Inglaterra trabajando en esta obra; tras estallar la revolución italiana, Monti regresó a Milán para unirse a la revuelta. En 1848, ante el fracaso de los levantamientos, retornó de nuevo a Inglaterra, donde residiría hasta el fin de sus días.
Monti cobró cierta fama en Inglaterra, y en la Gran Exposición del Crystal Palace expuso varias de sus obras, entre ellas la Vestal velada que recibió la aclamación general del público, aunque el premio se lo llevó finalmente otra obra, Eva después de la caída.
A pesar de la fama que había logrado entre sus contemporáneos, Raffaele Monti murió en el año 1881 en condiciones de pobreza.
Las Vestales en Roma
En esta obra el artista recreó la figura de una vestal, sacerdotisa de la Antigua Roma. Monti la representó tocada con un velo, arrodillada y sosteniendo entre sus manos un cuenco con fuego en actitud oferente. En el arte del neoclasicismo se representaron figuras de la Antigüedad Clásica, no sólo personajes de la mitología o grandes personalidades históricas, también de la vida cotidiana, en las que los artistas vertían todo su conocimiento del trabajo en mármol para reproducir en dura piedra texturas de telas, finos velos y pliegues. De ahí la preferencia de los escultores neoclásicos por figuras veladas como las vestales, en las que podían mostrar su perfección técnica y su sensibilidad.
Las vestales, “virgines vestales” en latín, eran las guardianas del fuego sagrado de Roma, que era custodiado por este colegio sacerdotal femenino en el templo circular de Vesta en el Foro, cuyas ruinas hoy en día pueden visitarse. Símbolos de la pureza y la continuidad de la ciudad, estas sacerdotisas vírgenes desempeñaron un papel fundamental en la religión romana, y su legado perdura hasta hoy en día como un ejemplo de devoción, servicio y entrega.
Las Vestales conformaban un colegio de sacerdotisas dedicadas al servicio de la diosa Vesta, la divinidad custodia del hogar y el fuego sagrado. La institución de las Vestales se remonta a los primeros tiempos de Roma, apareciendo en sus orígenes míticos, en la figura de Rea Silvia, la madre de los fundadores de Roma, los gemelos Rómulo y Remo. Según el mito Rea Silvia era una vestal, y concibió a sus hijos del dios Marte, quebrantando el voto de castidad.
El propósito principal de las vestales era mantener encendida la llama perpetua en el templo de Vesta. Este fuego se consideraba un símbolo de la protección divina sobre la ciudad y su continuidad. En todos los hogares romanos existía el equivalente doméstico en el altar o larario, las matronas se encargaban de mantener una llama o lámpara siembre encendida.
Las vestales eran seleccionadas siendo aún niñas, procedentes de familias patricias, y debían cumplir con ciertos requisitos para que las consideraran como candidatas: por ejemplo, haber nacido de un matrimonio legítimo y no tener defectos físicos evidentes. La selección final se llevaba a cabo a través de un ritual especial por el que las seis candidatas se convertían en Vestales.
A partir de ese momento la vestal se ponía al servicio de la diosa, debiendo mantenerse castas durante los treinta años que duraba el sacerdocio. El periodo se dividía en tres etapas de diez años cada una. En los primeros diez años, la joven debía aprender los rituales y los deberes religiosos que le correspondían, bajo la tutela de una sacerdotisa mayor. En la siguiente etapa de diez años ejercían sus responsabilidades en el templo de Vesta, y en los últimos diez años se dedicaban a enseñar a una nueva generación de Vestales.
Un requisito fundamental para las vestales era mantener la castidad, romper el voto de celibato era imperdonable y se castigaba con la pena de muerte, pues se creía que cualquier impureza en las sacerdotisas contaminaba la pureza del Fuego sagrado y por tanto hacía peligrar la seguridad de Roma. A pesar de ello las vestales gozaban de un estatus especial en la sociedad romana y estaban dotadas de ciertos derechos que contrastan con la situación del resto de las mujeres romanas, por ejemplo, el no necesitar de un tutor masculino y poder actuar en su propio nombre ante determinadas transacciones legales y ciertos trámites como el derecho de testar.
Las Vestales, sus responsabilidades y su legado
La principal responsabilidad de las Vestales era mantener encendido el fuego sagrado de Vesta. Este fuego no podía apagarse en ninguna circunstancia, y su extinción se consideraba un presagio de desastre para Roma. En las ocasiones en las que se apagó, tras consultar al senado, se encendía de nuevo el fuego. Para preservar su pureza, el encendido del fuego se realizaba con la luz del sol, usando un espejo convexo que concentraba la luz solar.
Además de cuidar el fuego sagrado, las Vestales también tenían un papel en la protección de los objetos sagrados que estaban custodiados en el templo, y participaban en rituales religiosos. La Suma Sacerdotisa era la Virgo Vestalis Maxima, la sacerdotisa de mayor rango en la religión romana, quien presidía las ceremonias en honor a Vesta y tenía un lugar de honor en ceremonias de otros dioses romanos y otros eventos importantes.
Las Vestales gozaron de gran importancia en la religión romana, aunque con el tiempo su relevancia en la sociedad fue disminuyendo, y sus privilegios se vieron reducidos. A medida que el cristianismo se difundía en el Imperio Romano, la antigua religión romana fue perdiendo influencia. Las Vestales desaparecieron finalmente junto a los demás cultos no cristianos por un edicto del emperador Teodosio, y el cierre del templo de Vesta en Roma se efectuó en el 391 d.C. (apenas dos décadas mas tarde, en el 410, el rey visigodo Alarico entró en Roma y la saqueó, marcando el principio de la caída del Imperio Romano de Occidente).
El legado de las Vestales aún perdura en la memoria como una de las instituciones más importantes de la Antigüedad Clásica, representando la devoción, la pureza y la lealtad a la ciudad, como testimonio de los valores que impregnaban la vida cotidiana de la antigua civilización romana.
Con esta escultura rememoramos la Antigua Roma, su arte y sus valores. Las Vestales, guardianas del fuego sagrado, iluminaron la historia de Roma con su entrega y servicio, y se mantienen como un símbolo de la profunda conexión entre lo divino y nuestro mundo terrenal.
Aprovecha esta oportunidad y convierte tu hogar en un espacio que rememore los valores y la belleza del mundo clásico con reproducciones de arte como este busto de Vestal velada.
Cristina
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