“El arte puede evocar en nosotros y hacer sentir a nuestra alma todos los sentimientos… El arte utiliza la gran riqueza de su contenido, por su lado, para completar la experiencia que tenemos de nuestra vida exterior, y, por otro, para evocar, de una forma general, los sentimientos y pasiones que configuran nuestra naturaleza humana, a fin de que las experiencias de la vida no nos encuentren insensibles, de que nuestra sensibilidad continúe abierta a todo lo que ocurre fuera de nosotros.” Hegel
El pensamiento de Hegel coincide con lo que la mayor parte de los seres humanos experimentan en su contacto con obras de artísticas ya sean plásticas, musicales, literarias, etc.
Realmente el arte es un conductor de la conciencia. Puede elevarnos a las más sutiles y maravillosas experiencias o hundirnos en lo grosero y voluptuoso, en la oscuridad y el miedo.
El arte, cuando está ligado a la belleza, amplia en nuestro interior la sensibilidad a los infinitos matices de la vida y eleva, más allá de nuestros límites, a la conciencia hacia estados que trascienden las emociones y la razón.
Lo bello es sencillamente evocador de lo perfecto y lo perdurable, y todos queremos parecernos a lo mejor y perdurar en el tiempo.
Nosotros elegimos nuestros afectos y vínculos, o al menos debemos elegirlos, y de ese contacto se forjan nuestras experiencias.