“Consideremos una cuerda de una longitud dada.
Hagámosla vibrar: producirá un sonido.
Sujetemos la cuerda por un punto medio, y hagámosla vibrar de nuevo: ahora producirá un sonido una octava más alto.
La división en dos da como resultado una analogía de la unidad original…entre la nota original y su octava hay siete intervalos, siete etapas desiguales que –pese a su desigualdad- el oído interpreta como “armónicas”.
Dichas notas representan momentos de reposo en el descenso de la unidad hacia la pluralidad.
Se puede decir que el universo creado “ocurre” entre el uno y el dos, y la armonía evoca en nosotros una conciencia instintiva (e incluso un anhelo) de la unidad de la que aquélla se deriva.
La armonía es la remembranza de la unidad.
Y el arte que se basa en principios armónicos despierta en nosotros el sentimiento de unidad y del orden cósmico o divino.”(John Anthony West)