Aquello que ha perdurado a través del tiempo como algo bello se convierte por su propia naturaleza en algo valioso y apreciado, capaz de mover la sensibilidad de quien la tiene desarrollada hacia valores atemporales.
Nuestra cultura y esa sensibilidad se manifiestan en nuestras elecciones y relaciones, por ello regalar una pieza de arte clásico es iniciar una “conversación” con el alma de quien apreciamos, con su cualidad humana, ética y estética.
Quizás no sea la opción más mayoritaria y masiva en estas fechas pero es una opción que nos distingue por nuestro amor a la belleza.