Aprender mirar el mundo con una actitud contemplativa es mirar sin intención utilitaria. No es mirar las cosas en tanto lo que no aportan o en que nos resultan útiles. El hábito y el interés deforman la capacidad de ver. Se trata de mirar las cosas tal y como son, por el placer de contemplarlas.
Esta forma de percibir la naturaleza o el arte es una vía a la experiencia estética pura y un verdadero placer para el alma, que puede desvelar la belleza que el mundo esconde.