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El arte, la belleza y los niños

niños

Hoy sabemos que los niños que realizan actividades artísticas desarrollan autoconfianza, capacidad de comunicación y estímulo de los dos hemisferios del cerebro.

Su plasticidad física y neuronal se alimenta de actividad constante y capacidad de aprendizaje continuo que poseen.

Pero hoy me quiero detener en la influencia que ejerce belleza en el arte y los espacios en que se desenvuelve la vida cotidiana de un niño.

El contacto con obras artísticas, antiguas o modernas, que expresen una belleza y armonía manifiestas, ejercen en su desarrollo una notable influencia. Se trata del mismo efecto que producen el ritmo y la armonía de la música, pero percibido a través de la imagen, ya sea escultura, pintura, arquitectura o decoración.

Esta influencia del contacto con la belleza de la naturaleza y el arte se extiende con el tiempo a sus actos y actitudes. Entornos bellos les hacen proclives a respetar el mismo orden que perciben en la naturaleza, y apreciar la armonía en la convivencia.

La moderna neurociencia nos habla de las neuronas espejo, esas neuronas que registran lo que vemos y que están prestas a crear y proyectar comportamientos en el día de mañana.

Los griegos lo decían de otra forma: “nos hacemos semejantes a lo que contemplamos”. Por eso unieron lo bello y lo heroico en un modelo de arte que eleva el espíritu.

La curiosidad natural de un niño por conocer y explorar el mundo le hace ser muy receptivo al contacto con el arte, su inocencia mantiene aún el contacto directo con sus emociones, su sentido del asombro le hace vivir un presente intenso que se nutre de cada detalle.

Ciertamente la belleza, como la verdad, se revelan solo a quien no ha perdido esa capacidad del niño de sorprenderse ante la vida.

Su plasticidad hace que se desarrolle con las influencias de la belleza que le rodea. Las consecuencias serán, además del desarrollo del sentido estético,  la configuración ordenada y equilibrada de su psique y de su mente.

Más tarde, conforme avance en edad, la crudeza del mundo de los adultos le privará muchas veces del contacto con lo amable y bello, sin embargo, una vida envuelta en belleza le dará los resortes para encontrar siempre la capacidad de hallar paz interior y construir paz en su entorno.

No podemos olvidar que lo bello, cuando es contemplado por un alma equilibrada, suscita también amor e inteligencia.

Demos pues a los niños la oportunidad de rodearse de belleza y de crearla.

Miguel Angel Padilla

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