La diosa Atenea, una de las principales divinidades del Olimpo, alcanzó su mayor esplendor conjuntamente con la ciudad epónima a la que prestaba su protección: Atenas. Uno de los monumentos más visitados del mundo hoy en día precisamente está dedicado a ella, y constituye la cima del arte clásico griego: nos referimos al templo del Partenón en la Acrópolis, llamado así por su consagración a Atenea Parthenos, o Atenea la Virgen, cuya estatua erigida por Fidias, hoy tristemente desaparecida, custodiaba la ciudad de peligros y amenazas. Hoy sólo nos queda como testigos de aquella época los mármoles del Partenón, el conjunto escultórico que adornaba los dos tímpanos o frontones del templo: en el este, que representaba el nacimiento de Atenea y el del oeste, con la disputa de Poseidón y la diosa por el dominio de la ciudad.
Numerosas copias romanas han trasladado a nuestros días una imagen más o menos cercana de lo que pudo haber sido la gran escultura de Fidias, así como su “hermana”, la Atenea Promachos, situada entre los Propileos y el Erecteion y cuyo resplandor divisaban los marineros que se acercaban al Pireo. Gracias al gusto de los romanos por el arte griego, y al redescubrimiento tras la Edad Media del arte clásico por los artistas del Renacimiento, hoy podemos disfrutar de numerosas representaciones de la Diosa, una de las preferidas por los neoplatónicos renacentistas, y que aparece en multitud de ocasiones tanto en escultura como en pintura, atravesando el Barroco y el Neoclasicismo, con cuyos valores se identificó también, hasta la época contemporánea.
A través de estas líneas vamos a conocer su significado y simbolismo
Atenea . Significado, mitos
Simbolismo de Atenea
El nombre de Atenea remite al de la ciudad de Atenas. Uno de sus principales significados es, por tanto el de diosa protectora de la ciudad de Atenas y por extensión, del Ática.
Suele nombrarse como Palas Atenea. Según una versión del mito, Palas era la hija del dios Tritón y compañera de juegos de Atenea. Un día, mientras Palas y Atenea practicaban lucha, Zeus, para proteger a su hija, apareció entre ellas con la égida; Palas, asustada, no pudo esquivar un golpe de Atenea, quien la mató, y en señal de duelo adoptó su nombre y talló una estatua a su imagen, llamado el Paladión. A partir de esto, se denominaron paladiones a las imágenes de madera de Atenea.
El simbolismo de Atenea abarca dos facetas aparentemente contradictorias como la Guerra y la Inteligencia.
Como Diosa de la guerra, o diosa guerrera, en todas sus representaciones aparece como una mujer joven, armada con casco, lanza, coraza sobre el pecho y escudo. En la Ilíada participa activamente en la guerra, así como en la lucha de los dioses olímpicos contra los titanes y los gigantes.
Por otro lado es Diosa de la inteligencia, y por extensión de las artes y técnicas: es decir, de la inteligencia aplicada. Esto se relaciona con el punto anterior considerándola como diosa de la estrategia, es decir, de la inteligencia aplicada a la guerra, contrastando con Ares, dios del ardor guerrero y de la violencia, dominado por el furor belli o furia guerrera sin inteligencia.
Asimismo, aparece en numerosos mitos heroicos, ayudando y prestando a los héroes, los cuales suelen luchar contra diversos enemigos, especialmente monstruos, como en el caso de Perseo, Teseo, Ulises o el propio Hércules. Interpretando los mitos heroicos desde una perspectiva psicológica, el héroe representa nuestros valores, fortalezas y cualidades y los monstruos y enemigos, nuestras debilidades, vicios y defectos, nuestro lado oscuro. En este caso, Atenea pasa a ser la Diosa de la Guerra interior, de la batalla interna que cada uno libra contra sí mismo. Sería esa guía interna, la Sabiduría que, si la escuchamos y prestamos atención a sus consejos, puede ser una importante aliada para la victoria, insuflándonos fuerza en nuestros momentos de debilidad, apoyándonos y sosteniéndonos en nuestros momentos bajos.
Mitos
Uno de los mitos entorno a Atenea más conocido es, precisamente el de su nacimiento. Es así mismo el que más claves encierra. En él es hija de Zeus y de Metis, hija de Océano, su primera amante y esposa. Según Hesíodo, Gea y Urano profetizaron el nacimiento de una hija y de un hijo que destronaría al propio Zeus, como este hiciera con su padre Cronos. Temiendo esto, cuando supo que Metis estaba embarazada se la tragó. Versiones posteriores añadieron la intervención de Hefesto, quien, mandado llamar por Zeus ante los terribles dolores de cabeza que lo aquejaban, hendió la cabeza de su padre con su labrys (hacha de doble filo), de la que surgió Atenea ya adulta y completamente armada.
Más allá del adorno y de la fantasía del mito podemos hacer una lectura simbólica de él. Metis es la Mente, quien tragada o asimilada por Zeus, darán lugar a Atenea, que nace precisamente de su cabeza. Por tanto, Atenea sería la Inteligencia divina, la personificación de la Inteligencia del propio Zeus como rector del universo. Platón mismo hace referencia a este significado, haciendo derivar su etimología de theonoa (theónoa) , la mente (nous) de la divinidad (theos).
Otro mito, que junto al anterior está representado en el Partenón es el de la disputa entre Poseidón y Atenea por la custodia de la ciudad de Atenas, que entonces carecía de nombre. Para resolverla se acordó que cada uno aportara un regalo a la ciudad, y que esta, o su rey Cécrope, eligiera al dios que hubiera entregado el mejor regalo. Poseidón entonces golpeó la tierra con su tridente, haciendo manar una fuente. Pero esta fuente era de agua salada, inservible para beber. Según otras versiones, Poseidón hizo aparecer el primer caballo. Atenea en cambio les dio el primer olivo domesticado , y con él la aceituna y el aceite. Considerando los Atenienses el mejor regalo, eligieron finalmente a Atenea como su patrona, quien les había dado “oro líquido”.
Además, Atenea aparece en numerosos mitos relacionados con héroes, como Ulises, al que ayuda a disfrazarse en Ítaca para entrar de incógnito en el palacio y recuperar su trono. O en el de Perseo, quien recompensó la ayuda de Atenea dándole la cabeza de la Medusa, colocada por la diosa bien en el escudo o sobre el pecho en la égida.
Representaciones de Atenea
Atenea desde Micenas al clasicismo
El origen de Atenea se puede rastrear desde la conquista del Peloponeso por pueblos indoeuropeos que dio lugar a la civilización micénica. Sin embargo, otros autores lo rastrean en divinidades minoicas anteriores, aunque al no haberse podido descifrar el lineal A ni, portante, haberse traducido la lengua minoica, sólo contamos con ciertas semejanzas de la iconografía cretense y de los atributos de Atenea.
Según los restos que nos han llegado de la enigmática civilización cretense, hay numerosos indicios para afirmar la existencia de una religión eminentemente matriarcal, es decir, que sus principales divinidades eran femeninas. Tradicionalmente se atribuyen dos cultos fundamentales: la Diosa Madre y el culto al toro, pudiendo ser éste hijo-esposo de aquella. Existen diversas estatuillas y representaciones de sacerdotisas o de diosas, entre las más conocidas está la Diosa de las Serpientes; así como de otras figurillas relacionadas con aves. Esto ha dado pie a distintas interpretaciones según las cuales el origen de Atenea estaría en una antigua diosa mediterránea, Hannahanna, o Anna, relacionada con Anahita, Inanna, y demás diosas mesopotámicas, como la llamada Diosa de la Noche, un bajorrelieve babilónico que representa a una diosa alada flanqueada por dos búhos o lechuzas. Herodoto mencionaba a su vez a la diosa egipcia Neit como equivalente a Atenea, siendo también una diosa guerrera representada con una lanza o con arco y flechas y a veces con una lechuza.
La referencia más antigua que aparece de Atenea es en los archivos micénicos, donde aparece mencionada una “Atana potinaia”. Potinaia, o Potnia, (Potnia) significa en griego “poderosa”, acompañando a los nombres de las diosas aqueas. Se considera por tanto que la Potnia era una sola Gran Diosa Madre con diversas atribuciones y consagraciones, parecido a la Virgen cristiana y la multiplicidad de advocaciones y vírgenes patronas y sus diversos nombres.
Salvo estas inscripciones, no se han hallado representaciones claras de Atenea de esta época. Será ya después de la Edad Oscura cuando aparezca Atenea con los atributos conocidos, en los textos homéricos y hesiódicos, y en diversas representaciones escultóricas y cerámicas.
Época arcaica
A partir del siglo VII se hallan ya imágenes de Atenea con sus atributos definidos: muchacha vestida con un largo peplo plisado, casco, lanza y escudo, coraza o égida con la Gorgona y ribeteada de serpientes. En escultura se encuentra con los típicos rasgos arcaicos: cabello geométrico, peinado en rígidas trenzas; ojos almendrados, pómulos altos y sonrisa arcaica. Las esculturas más representativas son la Atenea de Egina, con casco de altas crines y la Atenea de Olimpia, procedente de un conjunto de esculturas representando la Gigantomaquia que se situaban en el Templo de Zeus en Olimpia. De esta destaca el movimiento de avance y las serpientes que ribetean la égida.
Desde mediados del siglo VI a.C. vemos representaciones en cerámica de figuras negras del nacimiento de Atenea, a veces con varios dioses asistiendo al “parto”, como Ilithia, diosa de los nacimientos, y Hermes, así como Hefesto y su hacha de doble filo. También son tempranas las imágenes del juicio de Paris y de la guerra de Troya, así como de diversos mitos heroicos: desde Teseo y Perseo a Jasón y Heracles.
Época clásica: Atenea Parthenos de Fidias
Será en esta etapa cuando veamos la iconografía más clásica de Atenea. A ello contribuye la aportación de Fidias y su magna obra. Tras las guerras médicas, Atenas dedicó un gran esfuerzo a la reconstrucción de su acrópolis y de los edificios representativos, bajo la supervisión de Pericles y con la dirección artística del gran escultor Fidias, quien junto con su escuela realizó tanto las esculturas de los frisos y las metopas como la gran estatua crisoelefantina que se hallaba en el interior del Partenón, desaparecida tras siglos de saqueos.
De esta Atenea Parthenos no se conserva más que descripciones, además de numerosas copias en mármol que se suponen más o menos fieles a la original. Estaba realizada en marfil y oro (criso=oro, elefantina=marfil), con un casco coronado con caballos y una Niké (diosa de la Victoria) en una mano. La otra sostendría el escudo y quizá la lanza, con una serpiente al lado del escudo. Sobre el chiton (túnica corta sobre el vestido o peplo) vestía la coraza o egida de piel de cabra, con la cabeza de Gorgona.
La Atenea Promachos (Promacos) medía entre 7 y 15 metros de alto. Su nombre significa “que combate en primera línea”. Según las descripciones estaba de pie con la lanza en una mano y el escudo en la otra. Hay también versiones arcaicas y copias romanas de Atenea Promachos en actitud de marcha y enarbolando la lanza a punto de arrojarla.
En la época romana continúa la tradición de Fidias, gracias a la afición de los romanos por el arte griego, para representar a la Minerva romana.
Renacimiento, Barroco y Neoclasicismo
Durante la Edad Media, el dominio del cristianismo destierra toda representación de dioses paganos, abandonándose los parámetros del arte clásico hasta el siglo XV. Con la recuperación de la cultura clásica en el Renacimiento se retoma también los temas míticos y los dioses “paganos” , y que perdurarán en el arte posterior, sobre todo en el Barroco y Neoclasicismo. Las obras más representativas son la Palas Atenea y el centauro de Botticelli, el juicio de Paris de Rubens y el magnífico cuadro de Velázquez, Las hilanderas, donde se relata el cuento de Ovidio de Aracné y Atenea. En este cuadro, en primer plano aparecen dos hilanderas, una joven y otra anciana. En segundo plano se ve el perfil de Atenea con casco y lanza y a Aracné delante del tapiz, tratando de protegerlo de la destrucción de la diosa.
En el Neoclasicismo Atenea se convierte en figura preferida para representar las Artes, la Ciencia y la Razón, siendo utilizada su imagen en bibliotecas, universidades, etc, como símbolo de la Ilustración.
Aún en nuestros días se hallan ejemplos de imágenes de la diosa. El más espectacular se halla en Nashville, Tennessee, y es una escultura de Atenea Partenos de 13 metros, revestida de oro, que se halla en el interior de una reconstrucción del Partenón ateniense. La estatua realizada en hormigón y yeso fue realizada en 1990, con el asesoramiento de expertos en arte antiguo, para ser lo más fidedigna a lo que hubiera sido la original, y en 2002 se añadió el pan de oro. Lo que experimentan los visitantes, empequeñecidos ante la colosal escultura debió ser parecido a lo que sentirían los atenienses, sin tener en cuenta el sentimiento religioso que despertaría en ellos la imagen de su diosa protectora. Aún así, merecería la pena viajar hasta esta localidad estadounidense e imaginar cómo debió haber sido el Partenón en todo su esplendor. Sin quitar la magia que alberga su real emplazamiento, y que, a pesar de su estado, aún hoy suscita entre los turistas que visitan la Acrópolis.
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